Hábitos e Identidad: Cómo Tus Acciones Diarias Definen Quién Eres
¿Quién crees que eres?
Si tuvieras que hacer un listado de tus características, ¿cuáles serían? Detente un momento para reflexionar. Con frecuencia, hablamos de las personas en función de lo que hacen: “el profesor que conocí el otro día”, “la amiga que toca el piano”, o “el compañero que siempre está en reuniones”. Sin darnos cuenta, asociamos el Ser con el Hacer, convirtiendo las acciones frecuentes en rasgos de identidad.
Y ahora quizás podemos pensar que está mal referirnos a las personas (y a nosotras mismas) netamente por lo que hacemos ya que hay un universo de otras cualidades que nos describen, pero también es cierto que nuestra identidad se manifiesta a través de nuestras acciones repetidas. Es decir, lo que hacemos habitualmente revela quiénes somos.
Hábitos: la base de tu identidad
Un hábito es una práctica regular o una respuesta automática ante situaciones específicas. Estás encarnando quién eres a través del hacer (tus hábitos) y por mucho que te consideres a ti misma, una persona estudiosa, si no estudias con frecuencia, no lo eres. No basta con desear ser una persona diferente; la verdadera transformación se da con acciones consistentes. Tus comportamientos diarios reflejan tu identidad.
• Cocinar regularmente indica que te ocupas de tu salud y bienestar.
• Ejercitarte de manera constante muestra que eres una persona preocupada por su condición física.
• Leer diariamente te define como una persona lectora.
• Meditar con frecuencia indica que valoras tu tranquilidad interior.
• Ver a tus amigos y familia regularmente refleja que eres una persona sociable y presente.
Tomar conciencia de tus hábitos permite proyectar el impacto que tendrán a futuro. ¿Qué camino estás construyendo con tus comportamientos actuales? ¿Te alinean con la persona que deseas ser?
Alinea tus hábitos con tus creencias
Adoptar un hábito nuevo sin modificar las creencias sobre ti mism@ puede ser un camino difícil. Si, por ejemplo, crees que eres una persona desordenada, incluso si ordenas tu espacio varios días seguidos, eventualmente volverás al caos. Lo que crees de ti mismo influirá en tus acciones futuras. Por eso, el primer paso hacia cualquier cambio es ajustar tus creencias, para que los nuevos hábitos se sientan naturales y sostenibles.
Cambia poco a poco
Los cambios duraderos no ocurren de un día para otro. Incorporar un nuevo comportamiento requiere paciencia y constancia. Enfocarte en el proceso, en lugar de los resultados inmediatos, te ayudará a mantener el rumbo sin frustrarte.
El progreso invisible: la metáfora del agua en ebullición
Imagina que estás calentando agua. Durante un buen rato, parece que no pasa nada; el agua no hierve hasta alcanzar los 100°C. Del mismo modo, los cambios significativos requieren tiempo antes de ser visibles. Puede que al incorporar un hábito nuevo, como hacer ejercicio, no veas resultados inmediatos, pero con el tiempo aparecerán.
Si tu progreso empieza en 20°C y subes 5°C cada día, tendrás que esperar unos 16 días para alcanzar los 100°C y ver el cambio visible. Es crucial no abandonar durante ese período en el que parece que nada sucede.
Consejo: Enfócate en disfrutar el proceso. Si piensas solo en los resultados, corres el riesgo de frustrarte y abandonar antes de tiempo. Para mantener la motivación, puedes combinar el hábito que deseas adquirir con una pequeña recompensa, como mirar tu serie favorita durante 10 minutos después de 30 minutos de ejercicio.
Rompe con el piloto automático
Muchos de nuestros hábitos actuales no son decisiones conscientes, sino patrones que heredamos de nuestros cuidadores o del entorno. Un ejemplo común es llegar a casa y encender la televisión automáticamente. Te invito a reflexionar: ¿Cuántas de tus rutinas son elecciones conscientes? Estar presente y observar tus comportamientos es el primer paso para decidir si quieres perpetuar un hábito o cambiarlo.
Sé flexible y evoluciona
Lao Tse lo expresa bellamente en el Tao Te King:
“El hombre al nacer es blando y flexible,
y al morir queda rígido y duro.
Las plantas al nacer son tiernas y flexibles,
y al morir quedan duras y secas.
Lo blando y flexible es propio de la vida,
lo rígido y duro es propio de la muerte.”
La flexibilidad es clave para adaptarte al cambio. Si intentas transformar tu identidad y hábitos de manera abrupta, probablemente fracases. En lugar de buscar cambios radicales, avanza lento pero seguro. Incorporar nuevas prácticas gradualmente asegura un cambio sostenible y significativo.
Conclusión: define quién quieres ser y actúa en consecuencia
¿Quién quieres ser? ¿Están tus comportamientos actuales alineados con esa identidad? Si no es así, no te preocupes. Empieza por pequeños cambios en tus creencias y ve incorporando nuevas acciones poco a poco. La verdadera transformación no ocurre con cambios drásticos, sino a través de la constancia en cada pequeño paso.
Recuerda: El proceso es tan importante como el resultado. Cada acción que tomas hoy construye la persona que serás mañana.
Lleva esta reflexión a la práctica: ¿Quién quieres ser?
- Haz una lista de tus hábitos actuales y reflexiona: ¿qué tipo de persona estás encarnando junto con esos hábito? (tranquila, no es necesario identificarse con ello, recuerda que mientras más flexible nuestra identidad, más rápido podemos adaptarnos a los cambios).
- Ahora traza una línea hacia el futuro tomando consciencia de hacia dónde te llevan si continuas consistente con ese hábito. ¿Estás satisfecha con lo que ves?
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Ajusta una creencia hoy mismo. Piensa en un pequeño cambio en tu manera de verte y empieza a actuar en coherencia con esa nueva visión.
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Incorpora un nuevo hábito conscientemente. No tiene que ser drástico: comienza con acciones sencillas y consistentes.
👉 Escribe en los comentarios un hábito que ya practicas o uno que quieres incorporar. ¡Te leo!
Un gran abrazo, gracias por leerme! Belén 🧚🏼