Los Estándares de Belleza a lo Largo de la Historia: Cuando el Peso de la Historia Es Más que una Metáfora
Si bien las modas vienen y van, los estándares de belleza han fluctuado a lo largo de la historia, impactando la vida de las mujeres de una forma mucho más duradera y compleja. Durante siglos, el ideal de belleza femenina se ha ajustado y redefinido según las expectativas culturales y el peso del patriarcado (nunca mejor dicho), que ha jugado un papel fundamental en cómo las mujeres han percibido su imagen corporal. Si bien es tentador creer que las tendencias corporales han cambiado naturalmente, el patriarcado y sus expectativas están detrás de estos ideales, diseñando cuerpos femeninos “perfectos” que obedecen a los deseos y estándares de poder de cada época.
Un viaje en el tiempo: de las diosas corpulentas a los cuerpos de revista
En la prehistoria, el ideal de belleza era una mujer de caderas anchas y cuerpo grueso (la famosa Venus de Willendorf lo ilustra perfectamente), un símbolo de fertilidad y abundancia. Saltamos a la Antigua Grecia, y la cosa ya empieza a cambiar: se nos va el hambre. El cuerpo esbelto y fuerte era elogiado, aunque para los dioses y las esculturas, no tanto para las mujeres mortales. Luego llegamos al Renacimiento, donde el cuerpo curvilíneo, con caderas amplias y una pancita sutil, era sinónimo de salud y estatus; ser “rellenita” era un lujo, indicaba que no tenías que trabajar de sol a sol.
Ya en el siglo XX, entramos en una montaña rusa de ideales: en los años 20, con el estilo flapper, el cuerpo casi andrógino era la meta; en los 50, el ideal se movió hacia la figura curvilínea estilo Marilyn Monroe; y, para los 90, el “heroin chic” y la extrema delgadez se apoderaron de las pasarelas y de nuestras cabezas. Hoy, en la era del “fitness” y el culto a la imagen, estamos en un limbo entre músculos definidos y curvas “naturales” (en la mayoría de los casos, diseñadas en quirófano).
El patriarcado y la culpa: la historia repetitiva de sentir que nunca somos suficientes
Partamos por lo básico: ¿qué es el patriarcado? Es un sistema social, un modelo que impone valores y normas que priorizan el poder masculino y que históricamente han relegado a las mujeres y a otras identidades de género a roles subordinados, limitando su autonomía y participación en la toma de decisiones. Este sistema afecta aún hoy cómo percibimos los roles de género y contribuye a desigualdades en derechos y oportunidades.
El patriarcado ha hecho de los estándares de belleza su herramienta favorita para mantener a las mujeres en una constante búsqueda de “mejorar”. Si los estándares de belleza fueran solo una cuestión de preferencias sociales pasajeras, no tendríamos tal presión sobre nuestros cuerpos (¿o nuestras cuerpas?), ni seríamos bombardeadas diariamente con dietas milagrosas, pastillas, procedimientos invasivos o críticas a nuestro físico.
Al mantener un ideal inalcanzable y cambiante, el patriarcado no solo crea un mercado que saca provecho de nuestras inseguridades, sino que también nos distrae de objetivos personales y profesionales: nos hace invertir tiempo y recursos en cumplir con estándares físicos, en lugar de concentrarnos en nuestro desarrollo y logros internos. Además, al ligarse nuestra autoestima a la apariencia, limita nuestra autoconfianza y nos hace dudar de nuestras capacidades, desviando energía que podríamos destinar a metas de crecimiento real.
Las mujeres han sido instruidas para medir su valor a través de su imagen física, algo que no solo causa un impacto emocional profundo, sino que se refleja en los altos índices de trastornos de la conducta alimentaria y problemas de autovaloración (y autoestima) en Latinoamérica y en todo el mundo. En nuestra región (América Latina), por ejemplo, cerca del 25% de las adolescentes y adultas jóvenes reportan haber realizado alguna forma de dieta extrema, y el 4% ha sufrido un trastorno alimenticio diagnosticado en algún momento de su vida (¡pero el número es mucho mayor si pensamos en todos los casos que no han sido diagnosticados!).
Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) en Latinoamérica: la epidemia silenciosa
Según cifras de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Latinoamérica experimenta un incremento preocupante en los trastornos alimentarios, con tasas alarmantes de anorexia y bulimia en jóvenes de entre 12 y 24 años. Aunque históricamente estas problemáticas se asociaron a países desarrollados, el impacto de los medios y las redes sociales, combinados con la persistencia de estos estándares inalcanzables, ha dado lugar a una epidemia silenciosa en nuestra región. Las cifras muestran que un 4% de la población juvenil en América Latina ha enfrentado trastornos de la conducta alimentaria en algún momento, y la presión social por “verse bien” es una de las principales causas.
El Set Point: El peso que tu cuerpo quiere tener (y que a veces no coincide con el de Instagram)
Aquí es donde entra en juego el concepto del Set Point. Este es el peso natural que el cuerpo de cada persona tiende a mantener sin necesidad de dietas extremas o restricciones drásticas. Lxs expertxs en nutrición y salud mental lo describen como un rango de peso en el que el cuerpo se siente “en paz,” regulando el hambre, la energía y el metabolismo de manera óptima. Es decir, nuestro cuerpo tiene un “peso ideal” que, aunque pueda variar dentro de ciertos límites, suele mantenerse estable.
Conocer el Set Point puede ser liberador, especialmente en una sociedad que constantemente nos empuja a cambiar nuestras cuerpas. En lugar de pelear contra él, aceptar que existe nos permite dejar de lado la culpa y la frustración de no llegar a un peso específico. La cuerpa es inteligente y, cuando intentamos forzarla a un peso que no le es natural, responde con hambre, fatiga y, eventualmente, con rebotes de peso que pueden ser perjudiciales a largo plazo. Aceptar nuestro Set Point significa liberarnos de la idea de que necesitamos modificar constantemente nuestro peso para ser valiosas.
Recuperando la libertad en nuestras Cuerpas
Con todo lo anterior, la conclusión es clara: la belleza, como la moda, es una construcción temporal, y la idea de que tenemos que moldear nuestra cuerpa para encajar en ella no es más que una trampa. La historia y las cifras nos muestran que los estándares de belleza han cambiado tanto que intentar perseguir cada uno es tan inútil como agotador. Aceptar nuestra cuerpa y permitirle estar en su Set Point es una manera de rebelarnos contra el patriarcado y de darle a nuestra mente y cuerpa el respeto que merecen.
Reconocer el Set Point y aceptarnos como somos no es solo una cuestión de salud física, sino de salud emocional. Así que, la próxima vez que te enfrentes a esa vocecita que te exige cambiar algo de ti para encajar en algún ideal, recuerda que ese estándar probablemente desaparecerá en unas décadas, mientras que tu bienestar y paz interior pueden quedarse para siempre.
Me gustaría leerte, ¿qué crees que podemos hacer como mujeres, en acciones concretas, para comenzar a generar cambios en este contexto?
Gracias por estar aquí, un abrazo, Belén 🧚🏼