Sanación de Niña Interior: Redescubriendo Nuestras Partes Olvidadas
¿Sabías que muchas de las experiencias de nuestra infancia siguen dejando huellas en nuestra vida adulta? Estas huellas no solo afectan cómo pensamos o reaccionamos, sino que moldean la forma en que vemos el mundo y nos vemos a nosotrxs mismxs. Muchas veces, sin darnos cuenta, seguimos operando desde un lugar infantil que busca protección, amor, o simplemente la validación que nunca llegó del todo.
El impacto invisible de la infancia
Las vivencias traumáticas en la niñez tienen el poder de “desajustar tornillos” en nuestro cerebro. Cuando esas experiencias no se procesan bien, pueden dejar una huella profunda: es como si nuestro cuerpo y mente se quedaran atrapados en un estado de alerta, liberando hormonas del estrés incluso ante situaciones mínimas. Como adultas, basta un pequeño desencadenante para que volvamos a sentir esa avalancha emocional que aprendimos en la infancia. Sin embargo, para sanar no es necesario ir siempre al detalle del trauma o enfocarnos solo en los problemas: hacerlo puede llevar a la retraumatización.
Una de las claves está en redescubrir los recursos y competencias que tenemos hoy, centrándonos en nuestras fortalezas y fuentes de energía. No necesitamos conocer con precisión la raíz exacta de un problema para resolverlo: el presente es el que determina cómo elegimos reinterpretar nuestro pasado.
Cómo decidimos recordar
Todos tenemos múltiples infancias: la objetiva, la emocional, y la reinterpretada a lo largo del tiempo. Los recuerdos no son fotografías exactas del pasado, sino interpretaciones teñidas por lo que sentíamos al vivirlos y por las historias que otrxs nos contaron. Esto significa que podemos elegir cómo entender nuestro pasado. ¿Nos posicionamos desde la victimización y la culpa, o desde el amor y la compasión? En cada momento, decidimos hacia dónde enfocamos nuestra atención.
Una vez escuché a alguien decir: «No es el pasado el que determina el presente, sino el presente el que decide qué parte del pasado recordar». Esta frase resuena mucho conmigo porque refleja cómo estamos en constante reinvención. Cambiar la narrativa interna es una forma poderosa de sanar y reconectar con nosotras mismas.
Herramientas para reconstruir experiencias pasadas
Escritura Reflexiva:
• Dedica tiempo a escribir sobre recuerdos específicos de tu infancia. Anota lo que sentías, pensabas y experimentabas en esos momentos. La escritura te permite externalizar tus emociones y ofrece claridad sobre cómo esos recuerdos afectan tu vida actual. También puedes escribirle a esa niña del pasado que está viviendo una situación específica, enviándole palabras de aliento, de afirmación, respuestas, o lo que sea que esa niña haya necesitado.
Diálogo Interno:
• Practica el diálogo con tu niña interior. Imagina una conversación en la que le preguntas sobre sus necesidades, miedos y deseos. Responde con amor y compasión, reconociendo sus sentimientos y validando su experiencia.
Visualización Guiada:
• Realiza ejercicios de visualización donde te imaginas regresando a momentos clave de tu infancia. Visualiza cómo te sientes en esos momentos y cómo te gustaría haber sido apoyadx. Imagina que alguien te brinda ese apoyo que necesitabas (incluso puedes ser tú misma de adulta que llega al rescate, o un personaje de ficción). Esto te ayuda a reinterpretar y sanar esas experiencias.
Técnicas de Mindfulness:
• La práctica del mindfulness puede ayudarte a estar presente con tus emociones. Permítete sentir y observar tus pensamientos sin juzgarlos. Esto puede ayudarte a tomar distancia de las emociones de tu niña interior y abordarlas desde una perspectiva más compasiva.
Arte Terapia:
• Utiliza el arte como medio de expresión. Dibuja o pinta lo que sientes al recordar tu infancia. Esta forma de arte permite explorar y expresar emociones difíciles de verbalizar.
Reconocimiento de Patrones:
• Haz una lista de patrones recurrentes en tu vida que sientas que se originan en tu infancia. Reflexiona sobre cómo estos patrones se manifiestan hoy y cómo puedes reescribir tu narrativa para liberarte de ellos.
Psicoterapia:
• Considera buscar la ayuda de un/a profesional para explorar estas experiencias. Un/a terapeuta puede guiarte a través del proceso de sanación, ofreciéndote herramientas y un espacio seguro para trabajar en tus recuerdos.
Meditaciones de Sanación:
• Practica meditaciones específicas que se centren en la sanación de la niña interior. Estas meditaciones pueden ayudarte a liberar emociones reprimidas y a conectarte con la alegría y la creatividad de esa parte de ti. Creé una meditación guiada para que te sumerjas en un reencuentro con tu niña interior.
Crear un Collage de Recuerdos:
• Recopila fotos y objetos que representen momentos significativos de tu infancia. Crea un collage que refleje quién eras y qué has aprendido de esos momentos. Esto puede ser una forma poderosa de honrar tu pasado y celebrar tu crecimiento.
¿Qué necesita tu niña interior hoy?
Una forma de comenzar esta conexión es preguntarte: ¿Qué le gustaría hacer a mi niña interior en cada área de mi vida? Quizás te sorprenda descubrir que, más allá de las responsabilidades y las exigencias, esa parte de ti desea más descanso, juego o creatividad. Tal vez odie un trabajo que solo tu versión adulta sostiene por inercia. Escuchar y honrar a esta niña no significa abandonar nuestras responsabilidades, sino integrarlas de una manera más amable.
Nuestra niña interior es una brújula emocional que siempre está disponible para guiarnos, si le damos espacio para ser escuchada. Reconectar con ella no es un lujo: es un acto de amor propio.
¿Y tú cómo lo haces para reconectar con tu niña interior? Déjame tus reflexiones en los comentarios, ¡estoy encantada de leerte! Te envío un abrazo cálido, Belén 🧚🏼