¿Fortalecer o Trascender el Ego? – Una Guía para Encontrar el Equilibrio
Al comenzar mi vida en un país nuevo, tuve que reconstruir mucho de lo que había dado por sentado sobre quién soy y cómo me veía en el mundo. Mis estudios y experiencia como psicóloga me habían definido durante tanto tiempo que, al no poder ejercer mi profesión en Canadá, sentí que una parte fundamental de mi identidad estaba en pausa. Fue un golpe fuerte, pero a la vez, una invitación inesperada a repensar mi relación con mi ego.
En mi experiencia como psicóloga me he encontrado con mucha gente que piensa que hay que “eliminar el ego”, pues lo asocian con el egocentrismo o el egoísmo; pero no son lo mismo. Esto me motivó a hacer este post, quiero aclarar qué es el ego e invitarles a reflexionar en torno a él.
¿Es mejor fortalecer el ego o trascenderlo?
Esta pregunta ha generado debate en distintas tradiciones espirituales, psicológicas y filosóficas. Mientras algunas corrientes sugieren trascender el ego para lograr crecimiento personal, otras defienden que fortalecerlo es necesario para alcanzar estabilidad y éxito. En realidad, ambas posturas se complementan: necesitamos tanto un ego fuerte como la capacidad de superarlo para evolucionar. A continuación, exploraremos cómo podemos encontrar ese equilibrio.
¿Qué es el ego?
La palabra “ego” proviene del latín y significa “yo”, pero también tiene una raíz en la palabra griega “Εγώ” (egó), donde “E” se refiere al yo y “gó” a la tierra. Esto refleja la idea del ego como nuestra conciencia individual encarnada en la realidad física. En términos simples, el ego es la forma en que nos percibimos y definimos: nuestros roles, relaciones y la identidad que construimos para interactuar con el mundo.
Sin embargo, la clave no es eliminar el ego ni vivir encerrados en él. Se trata de fortalecerlo sin apegarse rígidamente a un único rol o identidad.
El ego y los chakras: una evolución natural
Desde la perspectiva del sistema de los chakras, el ego emerge y evoluciona a lo largo del desarrollo personal:
• Primer chakra (raíz): Nos conecta con el cuerpo y las necesidades básicas.
• Segundo chakra (sacro): Aquí aparecen nuestras emociones y deseos, junto con las relaciones.
• Tercer chakra (plexo solar): Surge la conciencia de la individualidad. Aquí el ego empieza a formarse, creando nuestra identidad personal.
Tener un ego fuerte implica contar con una estructura sólida que nos permite enfrentar desafíos sin perder nuestra esencia. Sin embargo, desarrollar un ego equilibrado no es automático; requiere integrar nuestras experiencias y emociones de manera consciente.
El caso de Miguel: la trampa de identificarse con un único rol
Miguel fue un líder exitoso durante años. Sin embargo, cuando perdió su trabajo debido a cambios en la empresa, su identidad se desmoronó junto con su empleo. Durante meses, se sintió perdido y cayó en depresión porque su ego estaba completamente ligado al rol profesional. Esto es un ejemplo de cómo aferrarnos a una sola identidad puede dejarnos vulnerables ante los cambios.
El caso de Miguel ilustra lo que sucede cuando el ego se vuelve rígido. ¿Qué pasa cuando dejamos que nuestra identidad dependa únicamente de un rol? Lo mismo ocurre con quienes se sienten perdidxs al divorciarse o al convertirse en “nido vacío” cuando sus hijxs se independizan.
Fortalecer el ego para trascenderlo
Las enseñanzas espirituales suelen sugerir que trascender el ego es necesario para la libertad interior. Sin embargo, el problema no es el ego en sí, sino la rigidez con que nos identificamos con él. Un ego saludable es como un hogar interior: debe ser sólido, pero también flexible para adaptarse a los cambios.
Un ego rígido, como una casa frágil hecha de paja, se derrumba fácilmente ante cualquier adversidad. En cambio, un ego fuerte y flexible nos permite evolucionar: sabemos quiénes somos, pero estamos dispuestas a modificar esa identidad cuando la vida lo requiera.
El auto-concepto y la integración de la sombra
El auto-concepto es la imagen que tenemos de nosotras mismas: nuestras creencias, valores y experiencias. Sin embargo, para mantener un ego saludable, este auto-concepto debe estar abierto al cambio. La vida es dinámica, y cada etapa requiere que integremos facetas nuevas y desafiantes de nuestra personalidad, incluso las partes que preferimos ocultar.
La psicología humanista enseña que un ego saludable no rechaza los aspectos difíciles, conocidos como la sombra. Un ego fuerte no consiste en aparentar perfección, sino en aceptar nuestras virtudes y defectos para ser auténticas. Solo así podemos ser completas y evitar dividirnos entre un “yo bueno” y un “yo malo”.
Conclusión: El equilibrio entre el ego y la trascendencia
El ego es una herramienta necesaria para navegar por la vida, pero no debemos confundirnos con él ni aferrarnos a un único rol. La clave está en construir un ego que sea fuerte y flexible: uno que nos dé seguridad interior sin miedo al cambio.
Durante estos 3 años viviendo en Canadá, tuve que encontrar otras formas de contribuir desde mis conocimientos y experiencia como psicóloga. Al permitirme modificar la forma en que me identifico con mi profesión, gané una nueva libertad.
Este proceso de reajustar mi identidad me ha enseñado que, cuando el ego es flexible, podemos adaptarnos sin rompernos. La rigidez nos limita, nos ancla a una sola forma de ser y nos impide evolucionar cuando la vida nos llama a cambiar. ¿Quién soy si no puedo trabajar como psicóloga? Hoy sé que esa respuesta tiene muchas formas y que mi valor va más allá de un título o una ocupación específica.
Volviendo a la historia de Miguel, su error fue identificarse en exceso con su trabajo y olvidar que su identidad es más que un rol profesional. Para evitar este tipo de crisis, es importante preguntarnos:
• ¿Con qué roles me identifico demasiado?
• ¿Estoy dejando de lado partes de mí por cumplir las expectativas ajenas?
Un ego saludable nos permite ser nosotras mismas en cualquier situación, sin quedar atrapadas en un único rol. Solo así podemos evolucionar y trascender lo que creíamos ser, abriéndonos a nuevas posibilidades de crecimiento.
Lleva esta reflexión a la acción
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Haz un inventario personal: Escribe los roles con los que más te identificas y pregúntate si dependen de circunstancias externas.
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Reflexiona sobre tus creencias: ¿Están tus creencias alineadas con la persona que quieres ser? Si no, comienza a trabajar en ellas.
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Incorpora flexibilidad en tu identidad: Recuerda que no eres un rol fijo. Cambiar está bien y forma parte del proceso de crecimiento.
👉 Déjame un comentario: ¿Cuál es el rol del que más te cuesta desprenderte? ¿Qué pequeño cambio puedes hacer hoy para flexibilizar tu ego? ¡Estoy deseando leerte!
Qué tengas un hermoso día, Belén 🧚🏼